martes, 31 de mayo de 2011

Espejos (22/2/2011)

Una noche como otra cualquiera de insomnio. O quizá no. Esas horas que mi mente atraviesa sin detenerse demasiado en contemplar nada, en ocasiones, muy escasas, sirven para descubrir cosas que no sabía, o como mucho intuía. No hace mucho que tuve una de esas noches. En esa ocasión, el tema eran los espejos. Me di cuenta de que en mi vida ha habido muchos espejos, de muchos tipos: grandes, pequeños, casi invisibles, opacos o brillantes, con un reflejo fiel o distorsionado. Sin embargo, había pocos en los que realmente me pudiera reflejar tal y como era. Éstos pocos eran espejos que habían estado conmigo desde siempre, o por mucho tiempo. Esa noche me di cuenta de que el tiempo también afectaba a los espejos. Yo crecía y los espejos no me reflejaban del mismo modo. Pero habían estado siempre conmigo, para todo, por lo que me permitía creer que todo era como fue y como sería. Y no pude ver las diminutas grietas formadas por la erosión del tiempo en tan bellos espejos. Esa noche me di cuenta de que ya son varios años los que llevo negando la realidad a pesar de conocerla a la perfección, tratando de mantener unidos todos los fragmentos de cristal que el tiempo destrozó. Pero, ¿qué puedo hacer? Pues sigo sin querer renunciar a todos esos momentos reflejados en mis espejos, temerosa de que los recueros se pierdan entre una brillante lluvia de cristal. Esa noche, mientras dormía, mi mente era un laberinto de espejos vacíos, en los que me dedicaba a jugar a los malabares con cristales rotos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario