miércoles, 26 de septiembre de 2012

¿Y por qué no hoy?

Siempre vencida antes de entrar en batalla, muerta antes del primer hálito. Planes, sueños, ideas y objetivos truncados antes de terminar de formarse en mi cabeza. ¿Cómo, quién, por qué? Tonterías, yo y más tonterías.
Porque tal vez no valga. Porque mejor mañana, que tengo más tiempo. Porque a lo mejor me rechazan, o no les parece bien. Porque en realidad no es tan importante, sólo era una fantasía bonita.
Pero todas las fantasías parten de algo que en su momento nos ilusionó. Una pequeña luz colándose por las rendijas de la persiana, pero era más fácil cerrar fuertemente las cortinas y volver a ocultarse bajo las sábanas. Total, no iba a servir de nada, no lo iba a conseguir. Otro fracaso, otra decepción, desilusiones, dolor... para nada. Y la ventana sigue cerrada.
Hasta que un día despierto. De verdad, otra vez. Y me doy cuenta de que parece que no, pero siempre sirve de algo. La más mínima tontería lo cambia todo, la típica piedra que al caer provoca una avalancha. Y ¿quién sabe cuál, de entre todas las piedras, es la que lo logrará? ¿Cuándo caerá, adónde llegará ese demoledor alud? Nadie. Que todos nos exponemos a las mismas dudas e incertidumbres, a los mismos fallos y miedos, en mayor o menor medida. 
Siempre se aprende algo de cualquier experiencia, aunque no sea la preciosa moraleja del cuento de hadas con final feliz. Pero de algo ha servido pasar por todo ello. Y, mucho después, al mirar hacia el pasado, surge una sonrisa nostálgica y todo es mucho más claro. Y, a pesar del dolor, no te arrepientes, no del todo. Nunca te arrepientes de lo que has hecho, sino de lo que no has llegado a hacer.

Ya he salido de la cama, y estoy abriendo las cortinas. La persiana chirría y las hojas de la ventana están algo rígidas. Pero pienso que tengo muchas cosas que quiero hacer, que me ilusionan, que me apetecen. Que puedo conseguirlo, ¿por qué no iba a poder?


Y la luz entra a raudales por la ventana abierta de par en par, borrando de mi mente todas las excusas vanas, las dudas, la vergüenza. Y tras de sí sólo deja el brillante rastro de una pregunta llena de esperanza: "Ya es hora de cambiar las cosas...¿Y por qué no hoy?"

2 comentarios: