miércoles, 28 de septiembre de 2011

Es la Ley de las Hadas



Tendida en la penumbra de mi habitación, con los últimos vestigios de sueños extraños desapareciendo, me encaro contra una pequeña silueta recortada contra el resplandor de los dígitos del despertador.
No necesito encender la luz para saber qué es, ni cómo es: recuerdo cada pequeño detalle de la figurita, cada pliegue del conjunto azul, cada rizo, cada tonalidad de la pequeña hada que, sentada sobre una roca cubierta de hiedra, se mesa los cabellos con las delicadas alas extendidas y la mirada perdida.
Un hada, regalo de otra pequeña hada. Creo que la conservo sólo por eso, no me gustan las figuras, y menos de hadas. Siempre he sido más de dragones y bestias salvajes. Aunque también es cierto que me recuerda mucho una canción, una canción que me gusta por la letra más que por la música, y que define mi forma de vida, la ley que realmente sigo, sin imposición alguna. Es la Ley de las Hadas.
Miro la silueta de la estatuilla y empiezo a tararear, y acabo cantando toda la canción. Y cada estrofa me arranca una pequeña sonrisa, porque al final, no puedo evitar hacer el resumen:


Si quieres sonreír...
Si quieres escapar...
Sólo has de invocar a las hadas del bosque.


Saurom Lamderth casi siempre tiene ese efecto en mí, pero esta canción nunca falla. Siempre acabo cantando con una sonrisa pintada en la cara. Porque acabo recordando las hadas que están presentes en mi vida, las que lo han estado, y las hadas que he invocado cuando creía que no había ninguna más.
Hadas, dragones, bosques, cielos, ríos y mares, lobos y todo tipo de animales, seres humanos y otros humanoides, sacados de algún libro casi siempre, o de series, películas y juegos fantásticos.


Ahora todo es mucho más claro. No necesito invocar nada de eso, porque sé dónde están mis hadas. Aunque eso no significa que no lo haga; disfruto visitando el mundo de las hadas.  Aunque sean visitas breves.


Vuelvo a mirar la figura y sonrío. Recuerdo a mi hada regalándomela. Cojo los auriculares y me los pongo, enciendo el reproductor. Esta noche la acabaré soñando con las hadas y con una gran sonrisa tirando de mis labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario