sábado, 18 de junio de 2011

Aparición (S)

Cuatro pisos y el maldito ascensor sigue sin funcionar. Genial, vamos a por ello, un poco de ejercicio nunca viene mal ¿no?
Por Dios, aún no he llegado al tercero y ya puedo oír la guerra entre Marcos y Soraya. A ver, esta noche parece que son The Prodigy versus Ricky Martin. Menos mal que me he acordado de comprar auriculares, me volveré a refugiar en mi búnker de rock y metal mientras traduzco un poco a Jenofonte.
Cuando llego, Ana está intentando convencerles de que bajen el volumen. Por su cara, paree que llevan ya un rato así. Buena suerte, yo prefiero no meterme.
Abro la puerta con un bostezo, las llaves a su sitio. La puerta del armario otra vez abierta, algún día no me daré cuenta y me la comeré. La cierro de un empujón. Oh. Esto sí que no me lo esperaba. Mierda. Ahora no sé qué hacer. Y él tan tranquilo, tirado en mi cama como si estuviera en su casa. 

- ¿Qué haces aquí?
- Oh, qué cariñosa. Siempre me han encantado tus saludos, son tan emotivos. Yo también te he echado de menos.
- ¿Esperabas otra reacción, después de presentarte así?

Ya lo sé, estoy de malas. No aguanto que me fastidien los planes. Y menos él.
Todavía con su sonrisa de suficiencia, como si controlara la situación. Le encanta molestarme.

- Mm, no sé, generalmente lo primero es que me pregunten quién soy, cómo me llamo y esas cosas.
- Como si no lo supiera ya. Nos conocemos perfectamente. ¿Qué haces aquí?
- Visitarte, ¿no lo ves?
- Ya, muy gracioso. Si has venido sólo para eso, ya te estás largando.
- Tranquila, no hace falta que me muerdas. Enseguida me iré y te dejaré seguir con tu emocionante vida. Y haré la mía. Sólo necesito una última cosa.
- ¿Qué quieres?
- Sólo una cosa, una tontería. Mi nombre. Quiero que digas mi nombre.
- ¿Qué? ¿A qué coño viene eso ahora?
- A que después de tantos meses, no has dicho mi nombre ni una vez. Si te crees que así vas a cambiar lo que ha pasado, lo llevas claro. Y en realidad no te arrepientes, reconócelo de una vez. Reconóceme.

Eso ha sido un golpe bajo. No sé qué decir. No sé qué pensar. Oleada de recuerdos. Voy hacia la puerta, él se ha levantado ya. Abro, me cruza el brazo para impedirme salir. Me aparto.

- Vete a la mierda, Axel.
- Yo también te quiero. No te preocupes Shayna, nos volveremos a ver.

Y se larga tan tranquilo. Ojalá que no sea verdad. Cierro la puerta, me voy a la cama. A la mierda Jenofonte.


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